viernes, 14 de febrero de 2014

Capítulo 31-32 (Will)

- Vamos Finnick - Digo sabiendo que tenemos poco tiempo. Un dolor frío me inunda el cuerpo empezando desde la zona del hígado, con las manos llenas de arena me levanto del suelo con ayuda de Finnick, cada vez estoy más débil y me tengo que sujetar el hígado
Veo a  Will dirigirse hacia nosotros y Finnick me incita a huir, pero casi no puedo sostenerme en pie; me caigo repetidas veces, y la vista se me nubla cada vez con más frecuencia, quiero intentar llegar hasta la red, allí podré decidir mi destino. Finnick se enfrenta a Will con gran habilidad, tanta que le arrebata el tridente en unos cuantos movimientos; ágilmente se zafa de la mayoría de los golpes de Will, que finalmente acaba sacando un arma blanca de debajo de la ballesta.

Una idea pasa por mi cabeza a gran velocidad, tanto que me marea; caigo al suelo y para levantarme me agarro torpemente a la red, Hanna suelta un leve gemido de agonía. Empiezo a deshacer algunos de los nudos de la red, combinándolos con raíces y lianas cercanas a mi posición, ya que veo borroso y sé que si gasto energía en acciones superfluas moriré antes y no podré ayudar a Finnick. Él y Will se giran y Finnick me mira, yo señalo levemente la red; sé que me ha entendido debido al brillo de sus ojos.
Poco a poco Will retrocede, mientras Finnick Odair avanza con seguridad. Parece un verdadero ganador, y yo estoy aquí tirado sin poder casi moverme...
No debo gastar tiempo en compadecerme de mi mismo; Finnick se hace fácilmente con la pelea, ahora el lleva la voz cantante. Cada vez están más cerca, y por un momento me vuelve la sonrisa por la idea de que Finnick pueda ganar los juegos; como una bofetada el dolor y la sangre que veo al bajar la cabeza me arrancan la risa.
- Odio al Capitolio - intento decir todo lo alto que puedo, pero parece un lamento de dolor y ajenos a mí en la pelea Finnick está a punto de ensartar a Will varias veces con su tridente, lo mueve con tanta agilidad y rapidez que casi parece una prolongación de su musculuso brazo.
Will está atrapado en la red y los ojos se me cierran lentamente conforme la sangre fluye fuera de mi cuerpo, pierdo la noción del tiempo y lo que en la realidad son unos segundos a mi me parecen décadas. Yo creía que al morir tu vida pasaba por tus ojos, pero no. Aparece Clare, como un fantasma que desprende una luz celestial, se aparece ante mí y baila al tiempo que su vestido andula al viento; su risa, sus ojos, su pelo, sus mejillas hacen que quiera morir ya para ir con ella, al fin y al cabo ya... no tengo elección para otro destino posible; ella alarga la mano para que yo la coja y cuando quiero tocar sus dedos...
Algo me levanta del suelo lentamente, y una vez comprobado mi lento pulso me acerca el cuchillo al cuello; con mis ultimas fuerzas me retuerzo y pataleo, incluso le doy un par de cabezazos inhútiles, ya que incrusta lentamente el cuchillo en mi cuello, no siento dolor alguno, pero mi boca sabe a sangre y sin darme aparente cuenta abro los ojos y dejo de ver el mundo...

viernes, 7 de febrero de 2014

Capítulo 32

¡Hola! Espero que os guste el capítulo, pero antes de que empecéis a leer quería recordaros que sigue abierta la participación para el concurso (al menos hasta marzo) y que espero con ansia vuestras historias, las que he leído están muy bien y adoro vuestra creatividad. La entrada con todo lo que necesitáis saber está un poquito más abajo; espero también vuestros comentarios y que participéis en las encuestas. Gracias y que disfrutéis del blog :)

Will me lanza una cuchillada, pero agarro el tridente por ambos extremos y lo detengo, él aprovecha para agarrar el mango del cuchillo con ambas manos y ejercer mayor fuerza hacia abajo; mejoro mi agarre en el tridente ensortijando mis dedos en él y empujo con todas mis fuerzas. Poco a poco Will retrocede, aunque de repente me doy cuenta que si él quita el cuchillo yo le daré con el mango del tridente en la cara pero podrá acuchillarme y no me dará tiempo a reaccionar, así que me adelanto a él y voy deslizando el mango del tridente hasta llegar a la hoja de este; la hoja de su cuchillo forcegéa con la de mi tridente.
Will da un grito al ver que mi tridente le hace retroceder, antes poco a poco, ahora cada vez más rápidamente; se gira e intenta huir pero ya está atrapado; sonrío levemente, pero Will me arranca la risa de una patada en la mandíbula, creo que me la ha sacado.
Mientras yo intento recolocarme la cara, él agarra a Glow; y con una mirada maliciosa acerca el cuchillo a su garganta; otra vez sordo veo a Glow revolviéndose y retorciéndose , grita, pero no le oigo; todo se ralentiza, intento alcanzarle pero un cañonazo me estalla en los oídos y hace que me caiga al suelo.
Miro a Hanna en la red, aún respira levemente; miro a Will, pero se ríe; por último miro al suelo y veo a Glow con una raja en el cuello tirado en el suelo con los ojos abiertos, parece vulnerable, aunque sé que ya no puede sentir nada, le cierro los ojos en signo de alago y respeto. Al principio lloro, luego rio a carcajadas, y después hago algo impropio de mí, algo me manda, me dirige contra mi voluntad: el odio. El odio, la animalversión, la impotencia me dirigen y agarro el tridente fuerte y firmemente, muy fuerte, tanto que me hago daño a mi mismo; y lo lanzo, lo lanzo soltando toda mi furia retenida, todo lo que me provocan estos malditos juegos es asco y enfado que se disipa al lanzar mi tridente; lo lanzo desde abajo desde abajo, para que después suba, mano izquierda en la mandíbula y mano derecha soltando el tridente que se desliza entre mis dedos. En el último segundo me arrepiento e intento pararlo, pero es tarde; es el propio tridente el que, en mi opinión, quiere lucirse y, manchándose de sangre, vengar a Glow de alguna manera. Ya está hecho, miro la red y veo que mi tridente ha atravesado el corazón de Will y que ha quedado ensartado en el hígado de Hanna; con toda tranquilidad me acerco a cogerlo, no sin antes mirar por última vez a mi amigo  y colocarle en el suelo, cómo si en algún momento futuro fuera a levantarse y despertar; tres cañonazos, la respiración se me agita sin motivo alguno. Cojo mi tridente ensangrentado y lo aprieto contra  el pecho, no quiero soltarlo jamás, mis dedos ensortijados en él se aferran, no quiero... digo no voy a soltarlo, cierro los ojos y me sumo en mi mundo; sordo a la realidad...