viernes, 8 de noviembre de 2013

Capítulo 21

La tormenta ha empeorado; y el viento, la lluvia y la arena hacen imposible salir de nuestro escondite.
No me había fijado pero la cueva es bastante grande, unos cuatro metros de ancho por cinco de largo, además, es bastante regular así que se podría medir con facilidad; Glow y Clare están bastante juntos el uno del otro, y yo estoy solo (como casi toda mi vida). Hemos pasado casi todo el día en la cueva, excepto cuando Glow y yo salimos por el tragaluz, esto es bastante aburrido así que decido reorganizar y racionar las provisiones; tenemos poca comida, entre tres, por mucho que Glow y Clare les robaran a los profesionales, comemos mucho para reponer fuerzas; en cuanto a los demás utensilios, tenemos: la olla, una botella de agua, dos cuchillos y una lanza, el saco de dormir partido por la mitad, papel filtro, tres cuartos de la botella de yodo, el anzuelo, el impermeable, el bote de la medicina cicatrizante, la linterna, el filtro, las vendas y algo que no había visto desde que dejé el Capitolio, es el colgante de la ballena. Me lo pongo rápidamente y lo ato con el nudo más fuerte que puedo. No sé cómo habrá podido llegar eso hasta allí, pero gracias a él ahora me siento un paso más cerca de casa, sobre todo un paso más cerca de Annie y eso me hace sacar una gran sonrisa; parezco idiota sonriéndole a la pared, y cuando miro hacia Glow y Clare veo que, con cara de asombro me observan en silencio. Como si nada hubiera pasado, la sonrisa se me borra y aunque siento un ligero calor en las mejillas, con total tranquilidad pregunto:
- ¿Qué pasa? - sonrío ligeramente de forma maliciosa, levantando las cejas - Vosotros a lo vuestro y yo a lo mío.
- Sí... sí, claro -dice Glow tragando saliva. No me apetece estar más ahí, así que se me ocurre salir al tragaluz, ya que, si no me equivoco ya es la hora del himno.
Cojo el impermeable y me cubro con él, es algo corto para mi gusto y además no me pongo la capucha; sigue lloviendo y el viento arrecia muy fuerte, lo único que la arena ya no impacta sobre mi cuerpo como proyectiles a gran velocidad; no es agradable estar bajo la tormenta, pero salgo de mi aletargo al oír el himno; desde el encuentro con los profesionales han muerto tres tributos: el chico del 1, al que tire el hacha y desgarré su muslo; y después la chica del 11 y la chica del 3.
Bajo por el tragaluz, otra vez, y cual es mi sorpresa al ver la escena.

3 comentarios:

  1. ostras esto necesita una continuación ya ...... esta espectacular me encanta :))

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    1. ya tengo algo en mente... jaja pero habrá que esperar al próximo viernes, muchas gracias Teresa

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